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El respeto comienza con nuestras palabras, y el lenguaje inclusivo es una herramienta clave para asegurarnos de que todas las personas se sientan respetadas y valoradas. Este enfoque implica usar palabras y conceptos que eviten la discriminación, rompan estereotipos y fomenten la inclusión en diferentes ámbitos.
En el ámbito de la discapacidad, el lenguaje inclusivo pone a la persona primero. Se recomienda:
Estas recomendaciones ayudan a evitar un enfoque que perpetúe estereotipos y promueven una visión de igualdad.
Para referirse a personas en la etapa de la vejez, es preferible decir:
Estas expresiones destacan el respeto y la dignidad hacia esta etapa de la vida.
En una sociedad acostumbrada al lenguaje binario, el lenguaje inclusivo propone alternativas que no se orientan a lo femenino ni a lo masculino, como:
Asimismo, se ha popularizado el uso de pronombres no binarios como “elle” y el sustantivo “compañere”. Aunque no están reconocidos por la RAE, muchas personas los usan para sentirse identificadas y respetadas.
El uso del lenguaje inclusivo en la diversidad sexo-genérica depende de factores como la cultura organizacional y el público objetivo. Lo importante es aplicar la regla de oro: Trata a las personas como desean ser tratadas.
El lenguaje inclusivo debe reflejarse tanto en la comunicación oral como en la escrita, abarcando:
Para fomentar el uso de este lenguaje, es fundamental involucrar a todas las personas en la organización, desde la alta dirección hasta el personal operativo, y ser congruentes entre las palabras y los comportamientos.
Haz clic en los siguientes enlaces para conocer el uso práctico del lenguaje inclusivo en los siguientes contextos:
Acciones clave para implementar un lenguaje inclusivo:
El lenguaje no solo describe realidades, también las transforma.
Cada palabra que elegimos puede ser un puente hacia el respeto o una barrera hacia la inclusión.
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