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La empatía es la habilidad clave para las relaciones humanas. Se ha dicho que la empatía es “ponernos en los zapatos del otro”, pero en realidad va mucho más allá. En este artículo conocerás de forma concisa y con términos sencillos:
Es la capacidad de comprender los pensamientos y sentimientos de los demás, lo cual nos permite reaccionar adecuadamente.
La empatía supone que tú comprendas cómo piensa y siente otra persona, desde su perspectiva, sin juzgarla, y sin necesariamente estar de acuerdo con ella.
Empatizar con alguien no es que pienses igual que la otra persona, sino que comprendas y sientas cómo se siente la otra persona acerca de una situación, aunque no estés de acuerdo con su forma de interpretar dicha situación.
Se dice que hay 3 tipos de empatía.
1.Empatía cognitiva. Implica entender cómo piensa y siente otra persona desde su perspectiva, es decir, desde “sus ojos”. Es equivalente a que tú adoptes una postura de “Entiendo lo que piensa y siente la otra persona” ante una determinada situación.
2.Empatía emocional. Implica sentir lo que siente otra persona, es decir, compartir el estado emocional de otra persona. Equivale a que adoptes una postura de “Siento como siente la otra persona” antes una determinada situación.
3.Empatía solidaria. Es la empatía llevada a la acción. Implica preocuparse por lo que piensa y siente otra persona y a su vez hacer algo para mejorarlo o ayudar a la otra persona ante determinada situación. Equivale a que adoptes una postura de “Hago algo al respecto”. Ésta constituye la base de la compasión. Goleman, considerado el padre de la inteligencia emocional, la llama “empathic concern”.
El grado de empatía que podemos desarrollar es multifactorial y es por ello que algunas personas podrían desarrollar empatía con mayor o menor facilidad.
Diversos estudios han demostrado que la empatía tiene un componente fisiológico al ser resultado de la acción de nuestras neuronas espejo. Las neuronas espejo son las que se activan cuando realizamos una acción o nos sentimos de alguna forma, pero también se activan cuando observamos a alguien realizar dicha acción o sentirse de esa forma. Se dice que son las neuronas que nos permiten sentir o “espejear” lo que sienten otras personas, es decir, las que facilitan la empatía emocional.
Aun cuando es un ámbito de la neurociencia que todavía se está estudiando, se ha encontrado que las neuronas espejo de algunas personas no trabajan completamente (por decirlo de alguna forma). Es el caso de algunas personas autistas, algunas personas con lesiones cerebrales y demencia, personas diagnosticadas con psicopatía, alexitimia o alguna otra condición psicosocial.
Por su parte, el grado de empatía que podemos desarrollar también depende de nuestra historia de vida, es decir, la familiaridad que tengamos con determinados pensamientos y sentimientos nos permitirá comprender (empatía cognitiva) y sentir (empatía emocional) dichos pensamientos y sentimientos de alguien más. Por ejemplo, si tú has vivido u observado la tristeza de la pérdida de un ser querido, podrás entender y sentir más fácilmente el sufrimiento de alguien más que está viviendo el fallecimiento de un familiar.
Por otro lado, nuestra personalidad y el entorno social pueden contribuir a movernos a la acción, es decir, a hacer algo ante la situación de una persona (empatía solidaria).
La empatía se ha convertido en una de las habilidades de liderazgo más importante según recientes investigaciones. Un estudio de realzado por Catalyst se encuestaron a cerca de mil colaboradores con líderes empáticos versus trabajadores sin líderes empáticos y esto fue lo que se encontró:
Innovación. Cuando las personas afirmaron que sus líderes eran empáticos, era más probable que afirmaran que eran capaces de ser innovadores (el 61 % de los empleados, en comparación con solo el 13 % de los empleados con líderes menos empáticos).
Compromiso. El 76% de las personas que experimentaron empatía por parte de sus líderes informaron que estaban comprometidos, en comparación con solo el 32% que experimentó menos empatía.
Retención. El 62% de las personas dijeron que era poco probable que pensaran en dejar sus empresas cuando sentían que sus circunstancias de vida eran respetadas y valoradas. Sin embargo, cuando no sentían ese nivel de valor o respeto, solo el 30% dijeron que era poco probable que consideraran irse.
Trabajo y vida personal. Cuando las personas sintieron que sus líderes eran más empáticos, el 86 % afirmó que podían afrontar las exigencias de su trabajo y su vida, y que lograban compaginar con éxito sus obligaciones personales, familiares y laborales. Esto se compara con el 60 % de quienes percibieron menos empatía.
Inclusión. El 50% de las personas con líderes empáticos informaron que su lugar de trabajo era inclusivo, en comparación con solo el 17% de aquellos con un liderazgo menos empático.
La empatía circular es un modelo para desarrollar la empatía en 4 fases que suceden de forma cíclica y constante, mejorando así las relaciones intrapersonales (con uno mismo) e interpersonales (con los demás).
La empatía circular tiene las siguientes premisas:
Estas fases son: 1: Autoempatía, 2: Empatía hacia los demás, 3: Promuevo la empatía, y 4: Recibo empatía
1.Autoempatía
Se dice que “uno no puede dar lo que no tiene”. Por eso es importante comenzar por practicar la empatía con uno mismo para poder ser empáticos después con los demás.
A continuación, te mostramos cómo puedes desarrollarla y ejemplos.
Autoempatía cognitiva: Implica entender tus propias emociones y pensamientos de forma objetiva. Por ejemplo: Identificar que el que te haya ofendido el comentario que te hizo un compañero de trabajo puede estar relacionada por la tristeza que vives a raíz de la reciente pérdida de un familiar tuyo y no necesariamente por el comportamiento del compañero.
Autoepatía emocional: Implica conectar y aceptar tus propias emociones, permitiéndote sentir y procesar lo que estás experimentando sin juicio. Por ejemplo: Permitir que las lágrimas fluyan cuando te sientes triste por la pérdida de tu ser querido.
Autoempatía solidaria: Implica tomar acciones positivas y de cuidado hacia tí mismo (autoayuda) en respuesta a tus propias necesidades emocionales y físicas. Por ejemplo, realizar meditación o acudir a terapia para gestionar el duelo por el fallecimiento de tu familiar.
Existe una línea muy delgada entre la autoempatía solidaria y un tipo de conformismo limitante. Lo más idóneo es ser compasivos con nosotros mismos evitando llegar al punto de acortar nuestras oportunidades de crecimiento. La clave está en evaluar las opciones de acciones que realmente nos ayuden a nosotros mismo sin afectar a otros. Será útil preguntarte “¿Qué me ayuda más sin dañar a los demás?”. Es importante recalcar que todo dependerá de cada situación y que un justo medio es lo ideal.
Una vez que sabemos ser empáticos con nosotros mismos, será más fácil ser empáticos con los demás. Aquí algunos ejemplos.
Empatía cognitiva: Implica comprender la perspectiva o el estado emocional de otra persona desde su punto de vista. Por ejemplo: Entiendes que las razones detrás del bajo rendimiento de un colaborador tuyo se pueden deber al fallecimiento reciente de uno de sus familiares.
Empatía emocional: Implica sentir las emociones que otra persona está experimentando. Por ejemplo: Cuando te sientes triste al ver llorar a tu colaborador por la pérdida de su ser querido.
Empatía solidaria (o compasiva): Implica tomar acciones para ayudar a alguien en necesidad. Por ejemplo: Ofrecer consuelo a tu colaborador en su duelo o brindarle condiciones flexibles de trabajo para que atienda las tareas funerales de su ser querido.
Existe una línea muy delgada entre la empatía hacia los demás y la sobreprotección y condescendencia limitantes. Lo más idóneo es ser compasivos con los demás evitando llegar al punto de acortar sus oportunidades de crecimiento.
Difícilmente podremos entender a otras personas si únicamente tenemos la visión limitada de nuestra realidad.
Por ello es esencial desarrollar nuestra curiosidad y apertura para conocer las diferentes realidades de otras personas y así poder comprender sus perspectivas. Esto lo puedes lograr a través de conocer los testimonios de otras personas en pláticas en vivo, a través de documentales o podcasts, entre otros.
Será importante que realices esto a través de una escucha activa, con atención plena, mente abierta y sin juicios. Recuerda que empatía no es sinónimo de estar de acuerdo.
Si muchas de las reacciones que tenemos los seres humanos son imitaciones o contagios al observar a otros realizar determinadas acciones (como sucede con el bostezo o la sonrisa), gracias a las neuronas espejo que mencionamos anteriormente; entonces, si observamos empatía en nuestro alrededor podremos “contagiar” y practicar más la autoempatía y la empatía hacia los demás.
Es por ello que resulta sumamente importante que nosotros promovamos la empatía dentro de nuestros círculos de influencia. Estos son algunos ejemplos de lo que puedes hacer para promover la empatía:
Para promover la empatía cognitiva:
Para promover la empatía emocional:
Para promover la empatía compasiva:
Recibir la empatía de alguien más es la fase que completa el círculo virtuoso de la empatía circular. Implica:
Para recibir empatía cognitiva: Expresa claramente tus pensamientos y sentimientos y da un contexto para facilitar que otros puedan entender tu perspectiva. Por ejemplo: “Me preocupa no cumplir con los plazos, he descuidado mi trabajo por atender las labores funerales de mi ser querido fallecido”.
Para recibir empatía emocional: Muestra con palabras y con tu expresión corporal cómo te sientes respecto a alguna situación. Por ejemplo: “Me siento triste por la pérdida de mi ser querido”
Para recibir empatía solidaria (o compasiva): Comunica claramente tus necesidades, si deseas recibir ayuda y cómo. Por ejemplo: “Me vendría bien me escucharas” o “Necesito ayuda en esta terea”.
Finalmente, agradece a quien ofrezca ayudarte, independientemente qua hayas aceptado la ayuda o no. Y si no la aceptas, explica la razón para no desmotivar el sentido de empatía de los demás.
Cuando recibimos la empatía de alguien más, podemos mejorar nuestra autoempatía, la empatía hacia los demás, la promovemos mejor y así, interminablemente. Este es el círculo virtuoso de la empatía circular.
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