Quienes colaboramos en un hotel, restaurante, línea aérea u otra empresa turística, sabemos que siempre debemos de dar nuestra mejor cara al cliente, aunque por dentro estemos agobiados, tristes o incluso viviendo algún episodio de depresión, pues como dice el dicho; “el show debe continuar”.
La depresión es una condición que afecta a un 3.8% de la población, incluidos un 5% de los adultos, pero que en México se eleva hasta 15.4% de personas que presentan algún síntoma de depresión, según lo revela la primera Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (ENBIARE) 2021 del INEGI.
En el marco del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión que se conmemora este 13 de enero, vale la pena hacer una reflexión acerca de esta condición en la industria del turismo y la hospitalidad, pues tiene unas particularidades que hacen que quienes laboramos en este sector podamos ser más susceptibles a vivirla.
La depresión es considerada una enfermedad que resulta de interacciones entre factores sociales, psicológicos y biológicos. En los espacios laborales del turismo, existen además factores de riesgo muy particulares, principalmente presentados en aquellos puestos de trabajo en contacto con los clientes como: front desk, camaristas, bartenders, performers (como cantantes o músicos), sobrecargos, entre otros.
En los destinos predominantemente turísticos como los de playa, se vive un fenómeno de migración interna de personas originarias de otras poblaciones atraídas por las expectativas que ofrece el desarrollo turístico. Expectativas que pueden no verse cumplidas por los factores antes mencionados, a lo cual también se suma el aislamiento, separación de la familia y preocupación por enviar dinero a sus hogares que viven muchas de estas personas.
Incluso, los factores como las altas temperaturas de algunos destinos turísticos pueden provocar inflamación cerebral y una alteración de la serotonina, la llamada hormona de la felicidad, contribuyendo así a una mayor tendencia a la depresión.
Las personas que pertenecemos a grupos vulnerables como: mujeres, de la diversidad sexual, pueblos originarios, personas adultas mayores o personas con discapacidad; nos enfrentamos a factores de riesgo adicionales resultado de la incomprensión, aislamiento, discriminación e incluso violencia, que pueden afectar nuestro estado anímico.
Así lo revelan estudios como el Diagnóstico Nacional sobre Discriminación hacia personas LGBT y el estudio Por mi raza hablará la desigualdad, desarrollado por Oxfam.
En nuestra industria del turismo en donde entregamos experiencias a nuestros clientes, resulta clave que las personas que forman parte de nuestros equipos de trabajo gocen de una buena salud física y mental, más aún en los puestos que tienen contacto directo con nuestros huéspedes, comensales, pasajeros y clientes en general, en los que para muchas personas es cierta la frase “el show debe continuar” a pesar de cualquier situación que estén viviendo.
No podemos controlar las predisposiciones genéticas a la depresión que pueden presentar algunas personas, pero sí podemos identificar y prevenir aquellos factores de riesgo psicosocial en nuestros ambientes laborales, objetivo de la norma oficial mexicana NOM-035. Mejor aún, si lo llevamos a cabo con una perspectiva de inclusión, diversidad, equidad y accesibilidad; propósito primordial del programa Turismo Inclusivo MX.
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Artículo escrito por Esmeralda Araiza, CEO de DT Latina y Consultora de Diversidad, Equidad e Inclusión.
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“Yo recuerdo, hace unos años, que estaba en una facultad de arquitectura y un alumno me dijo, ¿pero qué tiene que ver los derechos humanos si yo soy arquitecto? Aunque no lo crean, ahí hay una relación por la accesibilidad, cómo estamos edificando las casas, los edificios, las ciudades, para que sean accesibles y transitables para todas las personas; mayores, jóvenes o personas con discapacidad.” Esto mencionó Otto sobre la importancia que tiene el tema de la discriminación en cualquier sector profesional.